Esta semana, concretamente el miércoles, se cumplen 2 meses de mi cirugía. La recuperación ha sido mucho más lenta de lo que esperaba, he tenido complicaciones gracias al líquido acumulado en la cavidad superior a la herida y que mi organismo no ha sido capaz de reabsorber por completo. Esto causa hinchazón y frena mi movilidad.
Llevo 30 terapias, he trabajado muy fuerte para poder recuperar la fuerza, el equilibrio, el balance y la seguridad; para poder doblar, subir, estirar la pierna y para poder apoyarla y volver a caminar normalmente. Pasé por dos muletas, una muleta, ahora salgo a la calle con bastón porque los andenes bogotanos son como trampas mortales –y ni hablar de los ciclistas y los peatones, y los que andan en silla de ruedas- , y en casa ando sola.
Tengo un caminado bastante particular, siento que si hace mucho viento me puedo caer, primero parecía pato pero ahora creo que podría audicionar para un papel de zombie en “The walking dead” y me lo ganaría sin problema. Antonia, mi hija, me regaló esta pulserita porque tiene algo que “de verdad” necesito recuperar: equilibrio.
En las mañanas siento que me desperté convertida en cigüeña, pues me cuesta mucho estirar la pierna, hay ratos en que estoy mejor, en que está más suelta, pero hago terapia, camino, le exijo un poco y literalmente se “engarrota”. Estoy bastante aburrida y frustrada con el tema, he trabajado muy duro, me canso mucho y sigo sentirme bien.
Mañana voy de nuevo al doctor a control, llevo conmigo estos cupcakes decorados especialmente para él y su equipo a ver si logro que sean un poco más dulces que la última vez. Les contaré cómo me va.
